En el
siglo XVI se inicia la amonedación de metales preciosos en América. El sistema
que imperó hasta mediados del siglo XVIII fue la enajenación de la regalía de
hacer moneda, vendiendo a ciertos ricos particulares la facultad de fabricar monedas,
como una de las medidas adoptadas por la corona española para procurarse
ingresos, ya que la monarquía estaba prácticamente arruinada por la prolongada
guerra de Sucesión. Estos fueron los tesoreros particulares.
No es este el lugar para tratar el delicado problema de la sucesión de Carlos II, el último de los Austrias, simplemente decir que hasta el otoño de 1700 no se supo quién sería el nuevo monarca hispano. Las renuncias de las infantas Ana (casada con Luis XIII de Francia) y María Teresa (casada con Luis XIV), refrendadas en las Cortes, excluían de la sucesión a sus descendientes, como se comprueba en las cláusulas sucesorias de los testamentos de Felipe III (1621) y Felipe IV (1665), que daban primacía a las Infantas que se casaron con miembros de la Casa de María (con el emperador Fernando III) y Margarita (con el emperador Leopoldo I). A este problema interno de la Monarquía no era ajena Europa, que veía en la Monarquía Hispánica un gran pastel para repartir.
El 3 de octubre de 1700 Carlos II firma su tercer testamento donde primaba la conservación íntegra para su heredero de la totalidad de los territorios de la Monarquía Hispánica, y esto era casi seguro que provocaría una guerra general en Europa, por lo cual el Rey sólo podía conseguir este objetivo aliándose a la mayor potencia militar del momento, la Francia de Luis XIV.
El Testamento revocaba los 2 anteriores (13 de septiembre de 1696 y 11 de noviembre de 1698) y alegaba que las renuncias de las infantas Ana y María Teresa tenían como único objetivo que nunca se unieran las coronas de Francia y España, y que si esto no ocurría se debía mantener el derecho a la sucesión del pariente más cercano de línea mayor, llamaba a sucederle en todos sus dominios al segundo hijo del Delfín de Francia, Felipe, duque de Anjou. Tras el impacto inicial empezaron los debates y al final Luis XIV decidió aceptar la totalidad del Testamento de Carlos II (que moría el 1 de noviembre de 1700); e informó de ello a las potencias, siendo Felipe V de Anjou proclamado rey en Versalles (16 de noviembre) y después en Madrid (24 de noviembre).
A partir de este momento se inician cambios radicales en la administración, que afectarán principalmente el control y la vida misma de las lejanas colonias americanas. Fue por ello, precisamente, por la lejanía y dificultad de monitorear lo que en ellas sucedía, que los cambios se hicieron más necesarios.
En esta época cuando se decide tomar medidas drásticas y cambiar totalmente el diseño de las monedas españolas, para asegurar su confiabilidad ya que las monedas producidas durante los primeros cien años y que se conocen como macuquinas tenían un proceso de producción en extremo sencillo:
Carlos II de España |
No es este el lugar para tratar el delicado problema de la sucesión de Carlos II, el último de los Austrias, simplemente decir que hasta el otoño de 1700 no se supo quién sería el nuevo monarca hispano. Las renuncias de las infantas Ana (casada con Luis XIII de Francia) y María Teresa (casada con Luis XIV), refrendadas en las Cortes, excluían de la sucesión a sus descendientes, como se comprueba en las cláusulas sucesorias de los testamentos de Felipe III (1621) y Felipe IV (1665), que daban primacía a las Infantas que se casaron con miembros de la Casa de María (con el emperador Fernando III) y Margarita (con el emperador Leopoldo I). A este problema interno de la Monarquía no era ajena Europa, que veía en la Monarquía Hispánica un gran pastel para repartir.
El 3 de octubre de 1700 Carlos II firma su tercer testamento donde primaba la conservación íntegra para su heredero de la totalidad de los territorios de la Monarquía Hispánica, y esto era casi seguro que provocaría una guerra general en Europa, por lo cual el Rey sólo podía conseguir este objetivo aliándose a la mayor potencia militar del momento, la Francia de Luis XIV.
El Testamento revocaba los 2 anteriores (13 de septiembre de 1696 y 11 de noviembre de 1698) y alegaba que las renuncias de las infantas Ana y María Teresa tenían como único objetivo que nunca se unieran las coronas de Francia y España, y que si esto no ocurría se debía mantener el derecho a la sucesión del pariente más cercano de línea mayor, llamaba a sucederle en todos sus dominios al segundo hijo del Delfín de Francia, Felipe, duque de Anjou. Tras el impacto inicial empezaron los debates y al final Luis XIV decidió aceptar la totalidad del Testamento de Carlos II (que moría el 1 de noviembre de 1700); e informó de ello a las potencias, siendo Felipe V de Anjou proclamado rey en Versalles (16 de noviembre) y después en Madrid (24 de noviembre).
A partir de este momento se inician cambios radicales en la administración, que afectarán principalmente el control y la vida misma de las lejanas colonias americanas. Fue por ello, precisamente, por la lejanía y dificultad de monitorear lo que en ellas sucedía, que los cambios se hicieron más necesarios.
En esta época cuando se decide tomar medidas drásticas y cambiar totalmente el diseño de las monedas españolas, para asegurar su confiabilidad ya que las monedas producidas durante los primeros cien años y que se conocen como macuquinas tenían un proceso de producción en extremo sencillo:
- Se fundían los metales para obtener la correcta aleación y se
vertían en moldes llamados rieleras.
- Los delgados lingotes que resultaban se adelgazaban a golpes de martillo, y luego se cortaban trozos con grandes tijeras.
- Estos se colocaban entre dos troqueles (anverso y reverso) y se acuñaban asestándole al troquel superior fuertes golpes de martillo.
- Finalmente, se pesaban y se recortaban nuevamente las monedas hasta obtener el peso exacto.
Esta forma de amonedación funcionó bajo la dirección de los tesoreros particulares hasta aproximadamente mediado del siglo XVIII.
Lamentablemente, estas monedas se prestaban a fraudes, pues su forma irregular permitía que, al salir a circulación, la gente les cortará pedazos para quedarse con los recortes de oro o plata. El problema entonces continuaba, pues no había seguridad acerca del valor real de cada moneda.Al generalizarse el fraude con las monedas, la gente debía volver a las pesas para asegurarse que las monedas tuvieran el valor que decían tener…
Con el reinado de Felipe V (1700 – 1746) se dio un gran cambio en la moneda que circulaba en España: por una parte se acabó con la multiplicidad de tipos, ya que la moneda castellana se convirtió en la única de España tras la Guerra de la Independencia y después se realizó una gran reforma que terminó la reforma del bronce iniciada en época de Carlos II; se unificó el oro a ambos lados del Atlántico y consolidó el doble sistema de la plata (nacional y provincial), permitiendo tipologías diferentes para la moneda acuñada en España y en América.
Aunque no todas las cecas americanas cambiaron sus tipos durante este reinado, hay que esperar a los siguientes monarcas para que el tipo de “Mundos y Mares” en la plata y el retrato en el oro acabe con los tradicionales modelos indianos.
En cuanto a tipologías concretas, además de retomar en la plata las Columnas de Hércules para los tipos americanos, hay que destacar la importancia del emblema dinástico de los Borbón-Anjou, presente en todas las piezas, al que se añadió la Orden del Espíritu Santo, tan importante para Felipe V al ser un continuo recordatorio de su origen francés y del mantenimiento de sus derechos sucesorios a la Corona de Francia, que no desaparecería de las piezas hispanas hasta el reinado de Carlos III. Esto también implicó grandes costos y profundos cambios en las estructuras monetarias por lo que en consecuencia, en 1750 y 1751 se expidieron varias cédulas reales y ordenanzas en virtud de las cuales el rey Fernando VI (1746-1759) dispuso que a los antiguos dueños se les indemnizarían los justos derechos que tuvieran legítimamente adquiridos y determinó reincorporar a la corona las enajenaciones hechas por su padre Felipe V: la importante regalía que implicaba la acuñación de moneda en las provincias de ultramar se debía recuperar.
Fue así que la moneda española tan rudimentalmente fabricada fue rediseñada y la tecnología con la que se acuñaba profundamente modernizada.
BIBLIOGRAFÍA:
- Dr. D. José María de Francisco Olmos, PROPAGANDA POLÍTICA EN LA MONEDA DE LOS BORBONES (1700-1868) Universidad Complutense de Madrid;
- María Gabriela Huidobro Salazar, LA “PROPAGANDA” ESPAÑOLA EN LAS MONEDAS COLONIALES: EL VALOR SIMBÓLICO DEL REAL EN PERÚ (1568 - 1570), Universidad Andrés Bello, Viña del Mar, Chile. REVISTA DE HUMANIDADES Nº24 (DICIEMBRE 2011): Págs.177-197;
- Angelina Araújo Vélez, “El paso de las maquinas a las monedas de condorcillo en el siglo XVIII Los Borbones reincorporan la Casa de Moneda de Santafé” Tomado de: Revista Credencial Historia, (Bogotá - Colombia). Agosto 2000. No. 128 (http://www.banrepcultural.org/node/32386).
- Los delgados lingotes que resultaban se adelgazaban a golpes de martillo, y luego se cortaban trozos con grandes tijeras.
- Estos se colocaban entre dos troqueles (anverso y reverso) y se acuñaban asestándole al troquel superior fuertes golpes de martillo.
- Finalmente, se pesaban y se recortaban nuevamente las monedas hasta obtener el peso exacto.
Esta forma de amonedación funcionó bajo la dirección de los tesoreros particulares hasta aproximadamente mediado del siglo XVIII.
Lamentablemente, estas monedas se prestaban a fraudes, pues su forma irregular permitía que, al salir a circulación, la gente les cortará pedazos para quedarse con los recortes de oro o plata. El problema entonces continuaba, pues no había seguridad acerca del valor real de cada moneda.Al generalizarse el fraude con las monedas, la gente debía volver a las pesas para asegurarse que las monedas tuvieran el valor que decían tener…
Felipe V de España |
Con el reinado de Felipe V (1700 – 1746) se dio un gran cambio en la moneda que circulaba en España: por una parte se acabó con la multiplicidad de tipos, ya que la moneda castellana se convirtió en la única de España tras la Guerra de la Independencia y después se realizó una gran reforma que terminó la reforma del bronce iniciada en época de Carlos II; se unificó el oro a ambos lados del Atlántico y consolidó el doble sistema de la plata (nacional y provincial), permitiendo tipologías diferentes para la moneda acuñada en España y en América.
Aunque no todas las cecas americanas cambiaron sus tipos durante este reinado, hay que esperar a los siguientes monarcas para que el tipo de “Mundos y Mares” en la plata y el retrato en el oro acabe con los tradicionales modelos indianos.
Fernando VI de España |
En cuanto a tipologías concretas, además de retomar en la plata las Columnas de Hércules para los tipos americanos, hay que destacar la importancia del emblema dinástico de los Borbón-Anjou, presente en todas las piezas, al que se añadió la Orden del Espíritu Santo, tan importante para Felipe V al ser un continuo recordatorio de su origen francés y del mantenimiento de sus derechos sucesorios a la Corona de Francia, que no desaparecería de las piezas hispanas hasta el reinado de Carlos III. Esto también implicó grandes costos y profundos cambios en las estructuras monetarias por lo que en consecuencia, en 1750 y 1751 se expidieron varias cédulas reales y ordenanzas en virtud de las cuales el rey Fernando VI (1746-1759) dispuso que a los antiguos dueños se les indemnizarían los justos derechos que tuvieran legítimamente adquiridos y determinó reincorporar a la corona las enajenaciones hechas por su padre Felipe V: la importante regalía que implicaba la acuñación de moneda en las provincias de ultramar se debía recuperar.
Fue así que la moneda española tan rudimentalmente fabricada fue rediseñada y la tecnología con la que se acuñaba profundamente modernizada.
BIBLIOGRAFÍA:
- Dr. D. José María de Francisco Olmos, PROPAGANDA POLÍTICA EN LA MONEDA DE LOS BORBONES (1700-1868) Universidad Complutense de Madrid;
- María Gabriela Huidobro Salazar, LA “PROPAGANDA” ESPAÑOLA EN LAS MONEDAS COLONIALES: EL VALOR SIMBÓLICO DEL REAL EN PERÚ (1568 - 1570), Universidad Andrés Bello, Viña del Mar, Chile. REVISTA DE HUMANIDADES Nº24 (DICIEMBRE 2011): Págs.177-197;
- Angelina Araújo Vélez, “El paso de las maquinas a las monedas de condorcillo en el siglo XVIII Los Borbones reincorporan la Casa de Moneda de Santafé” Tomado de: Revista Credencial Historia, (Bogotá - Colombia). Agosto 2000. No. 128 (http://www.banrepcultural.org/node/32386).
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