Es preciso decir que aun
cuando las monedas poseen un valor económico determinado por su peso, ley y
contenido de metal fino, un análisis histórico de su representación puede
reconocer también en ellas una valía simbólica, que permite aprehender a través
de su imagen, la voluntad política de quien ha ordenado su acuñación.
No es extraño, en este
sentido, suponer que en los Reales acuñados en el virreinato del Perú y
específicamente en la ceca de la Ciudad de los Reyes durante el siglo XVI,
pueda leerse una cierta intencionalidad propagandística representada en los
lemas y figuras ordenados y que viene a confirmarse en las Ordenanzas que
respaldaron tal labor. Después de todo, el uso político de las imágenes
acuñadas en las monedas puede rastrearse hasta los tiempos antiguos. Es esa
misma continuidad del uso propagandístico de la numismática la que podría
sugerir una cierta efectividad de tales intenciones.
En Grecia, las monedas
habían sido utilizadas para difundir hitos dignos de celebrarse colectivamente,
mientras que el primer uso político se los dio Alejandro Magno, quien recurrió
a las monedas como un elemento de difusión de su imagen, en una época en la que
no existían grandes medios de comunicación masiva. En efecto, donde más
necesaria se hizo la utilización simbólica de este elemento fue en los
territorios alejados del centro político. De ahí, quizás, que hayan sido los
romanos quienes consolidaron el uso propagandístico de las monedas,
especialmente en tiempos de su mayor extensión territorial. Ejemplos
posteriores sobran, incluso más allá del siglo XVI —como el uso político que
Napoleón y Humberto I de Italia dieron a la amonedación en el siglo XIX— vienen
solo a confirmar dicha tendencia.
Desde 1751 hasta 1760
para sus monedas de plata, la Ceca de Lima adopta un diseño que, a menos de
pequeñas diferencias que examinaremos más adelante, esencialmente sigue el
mismo patrón.
El ANVERSO de estas
nuevas monedas conocidas como “Columnarios” mostraba el nombre del monarca
español en latín seguido de la leyenda (también en latín) “D G HISPAN ET IND
REX” (DEI GRATIA HISPANIARUM ET INDIARUM REX) que significa “POR LA GRACIA DE
DIOS REY DE LOS ESPAÑOLES Y DE LOS INDIOS” (en las monedas de 1 y ½ Real esta
leyenda era abreviada más por falta de espacio…), a la izquierda aparecían
la(s) inicial(es) del ensayador y en el centro el escudo de España en gran
tamaño cuartelado con las armas de Castilla, León, con el escusón de
Borbón-Anjou al centro y en la punta las armas de Granada con una CORONA REAL
encima y a la derecha del escudo el valor de la moneda misma; para evitar
falsificaciones o cercenamientos el canto de la moneda tenía grabadas unas
hojas de laurel en gran detalle.
8 reales 1753 LIMAE ANVERSO |
El REVERSO de la moneda,
por el contrario, mostraba en el centro del campo un dibujo muy característico:
dos globos terráqueos representando a los hemisferios oriental y occidental con
una CORONA REAL encima de ambos, debajo de los dos globos aparecía un dibujo de
olas marinas (representando al mar que separaba Europa e “India”), aparecía una
columna coronada a cada lado de los globos (por lo cual las monedas tuvieron el
nombre de columnarios) representando las Columnas de Hércules, cada columna era
ceñida con un paño que llevaba el lema “PLUS” en la columna de izquierda por el
lector y “ULTRA” en la columna de derecha por el lector (lema nacional de
España – PLUS ULTRA - que significa en latín “MÁS ALLÁ”). En el borde superior
la leyenda “UTRAQUE UNUM” que en latín significa “en ambos lugares soy uno”
resaltando la unidad entre los territorios del imperio español en cada
hemisferio. En el borde inferior aparecía centralmente la fecha de emisión y
las marcas de la ceca.
8 reales 1753 LIMAE REVERSO |
Con un diseño mejorado en
sus facciones y mucho más detallado con respecto a las “primitivas monedas” de
los siglos XVI y XVII, es especialmente la representación de las columnas de
Hércules y la divisa Plus Ultra aquello que se convierte en objeto de mayores
posibilidades interpretativas.
Columnas de Hercules desde la Tabula Peutingeriana |
Las Columnas de Hércules
fueron un elemento legendario de origen mitológico, referido en la Antigüedad a
los promontorios que flanquean el estrecho de Gibraltar. Era el límite del
mundo conocido por los griegos y fueron un límite entre el exterior y el
interior de la cuenca del Mediterráneo hasta 1492 ya que se desconocía la
existencia de un continente más al oeste de este mar, por lo que se ha
relacionado a las Columnas con la frase latina Non Terrae Plus Ultra (no hay
tierra más allá).
El mito de Hércules se
cuenta de maneras ligeramente diferentes una de las cuales afirma que en un
arrebato de locura Hércules había matado a sus hijos. Recobrada la razón, el
Oráculo de Delfos le había indicado que para purificarse, debería estar al
servicio del rey de Tirinto, Euristeo, durante doce años. Euristeo enviaba a
Hércules a lugares cada vez más remotos para cumplir con las tareas
encomendadas y en su décimo trabajo Hércules tuvo que viajar a los confines
occidentales de África: al llegar a este punto colocó las dos columnas ahí a
modo de monumento.
El Emperador Carlos I con el bastón, por Rubens. Copia de un retrato de Tiziano |
Por eso, los personajes
grecorromanos podían ser representados en recintos religiosos, pues adquirieron
una valoración novedosa dada por la cultura que los acogió, universalizando sus
ejemplos
De este modo, los héroes
y heroínas del mundo pagano se prestan a un planteamiento de signo sacro sin
dejar de perder su propia personalidad. España se apropió de estas figuras a
través de un ejercicio de recepción y renovación de la tradición clásica.
Una consideración
especial, en este sentido, debía adquirir el personaje de Hércules, tomando en
cuenta que parte de sus míticos trabajos había ocurrido en territorio ibérico,
y que las prácticas de su culto fueron muy comunes en la península, al menos
desde los tiempos de la Hispania romana. Hércules representa la valerosidad y
es el prototipo del hombre virtuoso que consigue la inmortalidad gracias a su
perseverancia, al triunfo en sus combates.
El tema de los trabajos
del héroe fue retomado en relación a los conquistadores españoles en España,
pero su virtud era susceptible de ser relacionada también con la figura del
monarca, por cuanto este resultaba ser el paladín del cristianismo frente a los
infieles, conjugando en su persona la imagen triunfante del modelo antiguo y
del caballero medieval. Así, no era tanto la fuerza física de Hércules aquella
que se exaltaría, sino más bien su fortaleza moral, pues es ésta la que
interesaba a la causa monárquica: las campañas del Rey en su lucha contra los
enemigos del Imperio han sido puestas en relación con los trabajos de Hércules;
el Emperador es concebido como un nuevo Hércules, el héroe que derrota a los
infieles, cual Hércules desbarató los Vicios representados por medio de hombre
y animales.
Por cuanto concierne el
lema PLUS ULTRA, generalmente se ha afirmado que este emblema haría alusión por
contraposición al lema tradicional antiguo y medieval, NON PLUS ULTRA, que
aludiría a la imposibilidad de los navegantes de viajar al oeste más allá de las
columnas de Hércules y ya para la segunda mitad del siglo XVI, los españoles
habrían identificado el Plus Ultra con el estrecho de Gibraltar representado en
las mitológicas columnas de Hércules.
Bajo el lema subyacería
así la pretensión de incorporar a las Indias al mundo cristiano y a la
tradición occidental, en una suerte de hispanización o europeización de América
que pasa por la prolongación del horizonte geográfico y cultural. Bajo el lema
subyacería así la pretensión de incorporar a las Indias al mundo cristiano y a
la tradición occidental, en una suerte de “hispanización” o “europeización” de
América que pasa por la prolongación del horizonte geográfico y cultural.
Plus Ultra, “Más Allá”,
es representación del mismo logro y, concretamente, la confirmación de la extensión
de los dominios españoles hasta las Indias. Así, en consecuencia, la
vinculación de las colonias indianas con la soberanía particular de cada
monarca que seguía no se hizo a través de la figura personalizada de los
gobernantes, sino mediante los símbolos de España.
De esta asociación dan
cuenta las monedas, a través del título mismo del monarca: el monarca es
Hispaniarum et Indiarum Rex (Rey de los Hispánicos e Indios) - obviándose
cualquier otro título -, y el anverso de los Reales presenta la misma imagen
que las monedas españolas, pues las unidades de América se integran al sistema
hispano.
No hay, por tanto,
elementos dejados al azar o imágenes acuñadas solo con una función ornamental.
Todo parece responder a un mismo espíritu y este se representa, especialmente,
en el lema Plus Ultra entre columnas igualmente simbólicas.
El retrato del emperador
no figura, pero sí el espíritu que representa su voluntad. Una voluntad que se
sucede además entre los monarcas y que resulta de una continuidad tal como
aquella que se pretendía entre los reinos que gobernaban.
El símbolo o, por decirlo
a la manera de hoy, el “logo” de la Ceca tampoco es un elemento de relleno sino
que, si bien es cierto que estas monedas en sus imágenes, símbolos y semblanzas
revelan claramente un mensaje unidireccional, que corre de la monarquía a sus
dominios, la declaración de procedencia del fabricante integra su valía a su
sistema. Así, reconociendo al Virreinato, lo hace siempre desde la perspectiva
de este como parte de una unidad superior.
En la acuñación de los
Reales hay manifiestamente una intención de integrar económicamente a la
colonia con el imperio español. Pero esta voluntad va más allá. Ese Plus Ultra,
concebido primero como la superación del modelo por antonomasia de la
heroicidad legendaria de un Hércules y luego pensado en términos geográficos,
vale también en el ámbito de lo espiritual. Esto es lo que sustenta,
finalmente, el valor de los Reales peruanos por sobre su valía cuantitativa: ellos
resultan de particular relevancia para el conocimiento de las ideas en ellos
acuñadas.
Finalmente, la leyenda
“UTRAQUE UNUM” que en latín significa “EN AMBOS LUGARES SOY UNO” y que enmarca
la alegoría de las columnas coronadas con los dos globos, resalta, así
haciendo, la unidad entre los territorios del imperio español en cada
hemisferio.
BIBLIOGRAFÍA:
No hay comentarios:
Publicar un comentario