3 - MARCO MONETARIO


El marco monetario en el que se desenvolvió la economía del virreinato del Perú durante el período colonial tardío estaba caracterizado por la estrecha vinculación y subordinación al sistema monetario y comercial del Imperio español. La producción de metales preciosos era rápidamente transferida desde los principales centros mineros hacia la capital del virreinato para su conversión en la ceca limeña en pesos acuñados, con el objeto de atender a la demanda monetaria como contraprestación a las importaciones de lujosas mercancías europeas y a las exigentes reclamaciones de remesas metálicas desde la metrópoli. Asimismo, pesos ensayados y metales en pasta escapaban del circuito oficial sumándose de forma natural al torrente exportador camino de un mercado internacional sediento de plata.
Casa de la Moneda de Lima
Con la Real Cédula del 6 de enero de 1683 de Carlos II la Ceca limeña reinicia, luego de un camino accidentado por el errático suministro de metales preciosos y la competencia ofrecida por la Casa de la Moneda de Potosí, con ventajas absolutas derivadas de su localización, ya sin interrupciones, una historia que la conduce hasta el presente. La acuñación se inició el 7 de enero de 1684 bajo el sistema de administración de tesoreros administradores, manteniendo el Virrey las funciones de supervisión a través de los superintendentes oidores adscritos a la Audiencia de Lima.


El interior del Cerro Rico de Potosí según Theodor de Bry hacia 1600
En 1704, la administración de la Casa de Moneda de Lima cambió de régimen cuando el oficio de tesorero fue entregado, bajo juro de heredad, a los condes de San Juan de Lurigancho. En cuanto al impacto de las reformas borbónicas en las casas de moneda hispanoamericanas hay que tener en cuenta como señala Guillermo Céspedes que: “Las cecas indianas comenzaron rigiéndose por la legislación establecida aplicada en la península, aunque con algunos rasgos propios diferenciadores debido a la diversidad de circunstancias políticas, técnicas y económicas, que el legislador tuvo en cuenta para modificar (…) Las grandes reformas monetarias de 1718 a 1730 no tuvieron en cuenta diferencias locales, que subsistieron e incluso tenderían a ir amentando. Las cecas americanas, incluidas las de fundición, tuvieron cada una sus propias ordenanzas, promulgadas entre 1730 y 1755 (eran variantes de las de México que fue como modelo al ser el primero).
Las posteriores innovaciones monetarias de 1771 no alteraron la personalidad jurídica ni los rasgos institucionales de las cecas indianas”. Los cambios que implicaron la nueva orientación reformista borbónica comenzaron a aplicarse plenamente con la llegada a Lima en 1748 de Antonio Morales de los Ríos como nuevo superintendente de la Casa de Moneda, previa estadía en la Casa de Moneda de México. La incorporación de la ceca a la Corona supuso cambios radicales en la administración y las relaciones laborales que, utilizando como modelo de referencia la de México, fueron recogidos en la Ordenanza de la Casa de Moneda de Lima de 1755.


Ceca de la época del emperador Maximiliano I
(1493-1519) en un grabado en madera
El nuevo sistema de administración implicó la creación y transformación de nuevos oficios. Las ordenanzas borbónicas establecieron el cargo de juez conservador y superintendente general de las casas de moneda que se acumulará al de secretario de Hacienda. La dirección de la ceca correspondió al superintendente con categoría burocrática de ministro con funciones judiciales, técnicas, administrativas y gubernativas. Asimismo, en la misma categoría figuraban tras el superintendente el contador, y el tesorero, bajo cuya responsabilidad se llevaban a cabo anualmente el balance general de cuentas y arqueo de fondos. El primer ensayador y el juez de balanza actuaban como auxiliares técnicos de los anteriores y se dotó con mayor autonomía el fiel de la moneda. El aumento de labores y el empleo de maquinaria hicieron crecer la demanda de técnicos y de obreros especializados, cada vez mejor cualificados.


Asimismo se generalizó la condición de funcionario público y el nuevo sistema de personal asalariado se aplicó a todos los ministros oficiales mayores, oficiales segundos y dependientes, mientras que los operarios percibieron sus haberes como jornales cobrados semanalmente o como tareas, es decir, por unidades de trabajo realizadas, que se anotaban para ser pagadas también cada semana. Los sueldos se satisfacían en pagas mensuales a final de cada mes.

A los cambios administrativos y laborales hay que sumar los técnicos. Aprovechando los estragos físicos provocados por el terremoto de 1746 se procedió al diseño y planificación de una nueva casa de moneda que fuese útil para implementar los nuevos sistemas de acuñación. La fielatura, que sustituyó a las viejas hornazas que amonedaban mediante la técnica a martillo, mecanizó el proceso a escala industrial a través de la adopción de la técnica a volante. Las primeras acuñaciones de oro y plata de monedas con cordoncillo dataron de 1751, una vez habilitada la instalación del molino y los tres volantes y dispuestos los punzones con nuevos cuños, aunque las obras de la Real Casa de Moneda se prolongaron hasta la década de los sesenta.


Carlos III de España
El impulso reformista, no exento de controversias, se renovó con el reinado de Carlos III (1759 – 1779). Las devaluaciones subrepticias, emanadas de las órdenes reservadas que acompañaron a las Pragmáticas de 1772 y 1786, ocuparon el protagonismo monetario en el virreinato durante la etapa de los virreyes Amat y Guirior. A partir de los años 80 las preocupaciones se trasladaron a los planes de recogida de la moneda macuquina, abandonada su acuñación desde 1752, y la producción de moneda provincial, los llamados cuartillos de plata. A finales del siglo XVIII, durante el virreinato de Gil de Taboada y Lemos, un problema nuevo comienza a despuntar, la escasez de numerario en el circuito interior provocado por la desaparición de la moneda macuquina y la insuficiente acuñación de moneda menuda. Asimismo, tanto por motivos fiscales como de liquidez se puso de manifiesto la necesidad de ampliar la capacidad técnica de la ceca. Con el nuevo siglo la Casa de Moneda de Lima se había consolidado como el principal centro de acuñación en el área, con una producción anual promedio en torno a los 5 millones de pesos, y en una de las más importantes instituciones económicas para los intereses fiscales y comerciales del sistema colonial en Sudamérica.



BIBLIOGRAFÍA: 

- Dr. D Dionisio de Haro Romero, Fuentes documentales e historia monetaria: la Casa de Moneda de Lima en el Archivo General de la Nación - Archivo Colonial (1717 – 1829), PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ, INSTITUTO RIVA-AGÜERO, 2014

2 - MARCO HISTORICO

En el siglo XVI se inicia la amonedación de metales preciosos en América. El sistema que imperó hasta mediados del siglo XVIII fue la enajenación de la regalía de hacer moneda, vendiendo a ciertos ricos particulares la facultad de fabricar monedas, como una de las medidas adoptadas por la corona española para procurarse ingresos, ya que la monarquía estaba prácticamente arruinada por la prolongada guerra de Sucesión. Estos fueron los tesoreros particulares.
Carlos II de España

No es este el lugar para tratar el delicado problema de la sucesión de Carlos II, el último de los Austrias, simplemente decir que hasta el otoño de 1700 no se supo quién sería el nuevo monarca hispano. Las renuncias de las infantas Ana (casada con Luis XIII de Francia) y María Teresa (casada con Luis XIV), refrendadas en las Cortes, excluían de la sucesión a sus descendientes, como se comprueba en las cláusulas sucesorias de los testamentos de Felipe III (1621) y Felipe IV (1665), que daban primacía a las Infantas que se casaron con miembros de la Casa de   María (con el emperador Fernando III) y Margarita (con el emperador Leopoldo I). A este problema interno de la Monarquía no era ajena Europa, que veía en la Monarquía Hispánica un gran pastel para repartir.

El 3 de octubre de 1700 Carlos II firma su tercer testamento donde primaba la conservación íntegra para su heredero de la totalidad de los territorios de la Monarquía Hispánica, y esto era casi seguro que provocaría una guerra general en Europa, por lo cual el Rey sólo podía conseguir este objetivo aliándose a la mayor potencia militar del momento, la Francia de Luis XIV.

El Testamento revocaba los 2 anteriores (13 de septiembre de 1696 y 11 de noviembre de 1698) y alegaba que las renuncias de las infantas Ana y María Teresa tenían como único objetivo que nunca se unieran las coronas de Francia y España, y que si esto no ocurría se debía mantener el derecho a la sucesión del pariente más cercano de línea mayor, llamaba a sucederle en todos sus dominios al segundo hijo del Delfín de Francia, Felipe, duque de Anjou. Tras el impacto inicial empezaron los debates y al final Luis XIV decidió aceptar la totalidad del Testamento de Carlos II (que moría el 1 de noviembre de 1700); e informó de ello a las potencias, siendo Felipe V de Anjou proclamado rey en Versalles (16 de noviembre) y después en Madrid (24 de noviembre).

A partir de este momento se inician cambios radicales en la administración, que afectarán principalmente el control y la vida misma de las lejanas colonias americanas. Fue por ello, precisamente, por la lejanía y dificultad de monitorear lo que en ellas sucedía, que los cambios se hicieron más necesarios.

En esta época cuando se decide tomar medidas drásticas y cambiar totalmente el diseño de las monedas españolas, para asegurar su confiabilidad ya que las monedas producidas durante los primeros cien años y que se conocen como macuquinas tenían un proceso de producción en extremo sencillo:
- Se fundían los metales para obtener la correcta aleación y se vertían en moldes llamados rieleras.
- Los delgados lingotes que resultaban se adelgazaban a golpes de martillo, y luego se cortaban trozos con grandes tijeras.
- Estos se colocaban entre dos troqueles (anverso y reverso) y se acuñaban asestándole al troquel superior fuertes golpes de martillo.
- Finalmente, se pesaban y se recortaban nuevamente las monedas hasta obtener el peso exacto.

Esta forma de amonedación funcionó bajo la dirección de los tesoreros particulares hasta aproximadamente mediado del siglo XVIII.
Lamentablemente, estas monedas se prestaban a fraudes, pues su forma irregular permitía que, al salir a circulación, la gente les cortará pedazos para quedarse con los recortes de oro o plata. El problema entonces continuaba, pues no había seguridad acerca del valor real de cada moneda.Al generalizarse el fraude con las monedas, la gente debía volver a las pesas para asegurarse que las monedas tuvieran el valor que decían tener…
Felipe V de España

 Con el reinado de Felipe V (1700 – 1746) se dio un gran cambio en la moneda que circulaba en España: por una parte se acabó con la multiplicidad de tipos, ya que la moneda castellana se convirtió en la única de España tras la Guerra de la Independencia y después se realizó una gran reforma que terminó la reforma del bronce iniciada en época de Carlos II; se unificó el oro a ambos lados del Atlántico y consolidó el doble sistema de la plata (nacional y provincial), permitiendo tipologías diferentes para la moneda acuñada en España y en América.

Aunque no todas las cecas americanas cambiaron sus tipos durante este reinado, hay que esperar a los siguientes monarcas para que el tipo de “Mundos y Mares” en la plata y el retrato en el oro acabe con los tradicionales modelos indianos.
Fernando VI de España

En cuanto a tipologías concretas, además de retomar en la plata las Columnas de Hércules para los tipos americanos, hay que destacar la importancia del emblema dinástico de los Borbón-Anjou, presente en todas las piezas, al que se añadió la Orden del Espíritu Santo, tan importante para Felipe V al ser un continuo recordatorio de su origen francés y del mantenimiento de sus derechos sucesorios a la Corona de Francia, que no desaparecería de las piezas hispanas hasta el reinado de Carlos III. Esto también implicó grandes costos y profundos cambios en las estructuras monetarias por lo que en consecuencia, en 1750 y 1751 se expidieron varias cédulas reales y ordenanzas en virtud de las cuales el rey Fernando VI (1746-1759) dispuso que a los antiguos dueños se les indemnizarían los justos derechos que tuvieran legítimamente adquiridos y determinó reincorporar a la corona las enajenaciones hechas por su padre Felipe V: la importante regalía que implicaba la acuñación de moneda en las provincias de ultramar se debía recuperar.

Fue así que la moneda española tan rudimentalmente fabricada fue rediseñada y la tecnología con la que se acuñaba profundamente modernizada.

BIBLIOGRAFÍA:

- Dr. D. José María de Francisco Olmos, PROPAGANDA POLÍTICA EN LA MONEDA DE LOS BORBONES (1700-1868) Universidad Complutense de Madrid;
 - María Gabriela Huidobro Salazar, LA “PROPAGANDA” ESPAÑOLA EN LAS MONEDAS COLONIALES: EL VALOR SIMBÓLICO DEL REAL EN PERÚ (1568 - 1570), Universidad Andrés Bello, Viña del Mar, Chile. REVISTA DE HUMANIDADES Nº24 (DICIEMBRE 2011): Págs.177-197; 
 - Angelina Araújo Vélez, “El paso de las maquinas a las monedas de condorcillo en el siglo XVIII Los Borbones reincorporan la Casa de Moneda de Santafé” Tomado de: Revista Credencial Historia, (Bogotá - Colombia). Agosto 2000. No. 128 (http://www.banrepcultural.org/node/32386).